Nombre: Yanni Mara Tugores Tajada
Lugar de nacimiento: Montevideo, Uruguay
Residencia actual: La Paz, Canelones, Uruguay
Miembro desde: 18/12/2014


Poemas incluidos en esta página:        
      
                - MUJER.
          - 
DOS MUERTES.
                - A SUS PIES.
                - SIN RECUERDOS.
      - VIERNES SANTO.
CON LOS PIES DESCALZOS.
REGRESO
-
LAS ALAS DE MIS PALABRAS.
-
EVASIÓN.
-
PARTO.
-
INVÁDEME.
-
EL POSTRE.
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MUJER
 
El primer sabor que endulza nuestra boca
es la tibieza que emana de sus senos.
Sus caricias que prodiga a cada instante
deja el aroma de  piel en nuestro cuerpo.
Es mujer, madre, esposa y compañera,
la valiente que batalla todo el tiempo.
India que monta al lado de un guerrero
igual que un prócer defendiendo a su pueblo.
Es gavilán siendo apenas una calandria
cuando trata de defender a sus polluelos.
La que lleva el estandarte en una casa
y protege en las noches nuestros sueños.     
Cuando las lágrimas brotan de sus ojos
nadie sabe si son de gozo o tristeza.
Aunque esté muriéndose por dentro
al mundo entero le muestra su grandeza.
Esa eres tú Mujer, avasallante
inteligente, sensible y compañera.
Esa eres tú Mujer valiente,
amiga leal, Mujer guerrera.
Esa eres tú, ella o aquella.
Ésta soy yo, Mujer
una aprendiz de poeta apenas
que te honra como tantos éste día
y este es mi canto de  homenaje a tu entereza.
 
 
 
 
DOS MUERTES
 
Escuchando  el don-don de los cencerros,
camino lento en medio de la dehesa.
En la distancia observo de los cerros,
las crestas verdes de vital belleza.
 
Primera muerte…fue la de tu olvido
sobre la augusta placidez del cielo.
Marchaba por el campo enmudecido,
anhelando el aroma de tu pelo.
 
Segunda muerte… fue tu lejanía,
allende el lago azul y el mar en calma.
Supliqué… ¡Por favor!, mas tu porfía
ha hincado mil espinas en mi alma.
 
Sé  que pronto vendrá  la primavera,
con su hermoso vergel verde y florido.
Y  mis muertes serán una quimera,
y habrán estas espinas florecido.
 
 
 
 
A SUS PIES
 
Enhiesto se eleva mirando el firmamento,
aquel ombú que otrora, plantara el abuelo.
Resguardó  tantos nidos de pájaros sin tiempo
dando sombra y frescura a más de un forastero.
Hoy cobija a sus pies… las cenizas del viejo.
 
 
 
 
SIN RECUERDOS
 
Un desamor  removió la viga central de mi alma.
Entonces, te amé en silencio, paciente y en calma.
Un lamento gutural y mi piel tibia, esperaban
como una intangible lluvia de pétalos y de lágrimas.
Soñé; dormías en el laberinto de mis brazos
detrás de los muros de mis deseos y mi carne.
Mi habitación se atiborró de lúgubres silencios
y desperté vacía, sin tu amor y sin recuerdos.
 
 
 
 
VIERNES SANTO
 
Llovió todo el viernes santo
¡Oh muerto que en paz descansas!
Inútil es nuestro llanto
ya no quedan esperanzas.
 
Llovió todo el viernes santo
sobre montañas y mares
nos cubre su negro manto
y olvidamos los pesares.
 
Y agotados los lamentos,
que marcaron los momentos
de frialdad y tanto espanto,
 
junto a sus fúnebres ramos,
nuestros muertos enterramos.
Llueve y llueve el Viernes Santo.
 
 
 
 
CON LOS PIES DESCALZOS
 
Con los pies descalzos vas sobre la arena,
con los pies descalzos, sin ningún abrigo.
¿No sientes el frío al  correr la pelota
 niño solitario en aquel baldío?
 
Con tus pies descalzos, tú niña perdida
con tus pies descalzos hurgas las miserias.
Deshecha, en hilachas,  tomas tu muñeca;
así, niña, tratas de calmar tus penas.
 
Estoy recostada en cómodo lecho,
me cubre la manta. Hay  sobre mí, un techo.
Sin embargo  veo sus caras tan tristes
y esos pies descalzos, en días tan  grises.
 
En mi olla humeante vislumbro en desvelos
sus panzas hinchadas, en cuerpos tan tiernos.
Mientras yo disfruto mi rico alimento,
no salen los niños de mi pensamiento.
 
¡Oh,  niños que el hambre los ha desnutrido! 
¡Oh, niñas que tiemblan moradas de frio!
Tan rico y avaro, igual que Pilatos,
el mundo insensible se lava las manos.
 
Creo que la vida no me dio coartada
¡Y mi vientre seco se quedó sin nada!
¡Ay, niños descalzos, ¿cómo cobijarlos?
darles mi cariño  y calmar su llanto!
 
Fui cobarde entonces, ¿y ahora? Ya es tarde.
Mis sienes plateadas; mi cuerpo, gastado,
se pasó mi tiempo, pasaron los años.
Sólo tengo cosas que no me han colmado.
 
¡Cómo ser valiente me hubiera gustado!
enfrentar al mundo y tomar sus manos.
¡Qué dicha mis niños, poder abrazarlos!
¡Ay niño, mi  niña,  de los pies descalzos!
 
 
 
 
REGRESO
 
Cortan mi respiración suspiros afilados.
Desgarran mis sentidos
me transportan.
Desde adentro hacia afuera
el corazón me extirpan.
Me encuentro enredada en el vacío
atrapada en mis entrañas.
Ser sin tiempo.
Niña sin leche tibia.
Deshojados recuerdos.
Rayuela cubierta por las hojas del otoño.
Hamaca silenciosa,
parque desierto.
Aroma de ausentes madreselvas.
Glicinas que no cuelgan del cielo.
Frases incoherentes,
palabras perdidas.
Plumas de pájaros
esparcidas, mutantes, migratorias.
Vuelvo a respirar; regreso.
Estoy aquí; en soledad y sin tiempo.
Los suspiros afilados retornan
pero…¡aún respiro y siento!
Remolinos de viento elevan las hojas.
Veo claramente la rayuela
pintada en el piso del colegio.
Entonces tengo la certeza:
estoy aquí…. regreso.
 
 
 
 
LAS ALAS DE MIS PALABRAS
 
Palabras.
Florecen, flotan
crecen, renacen
y crean.
Entre letras
espacios, comas,
sílabas, versos
y estrofas.
Ellas corren
ríen, sufren
sueñan, bailan
y lloran.
Se mezclan
en desiertos,
praderas,
mares profundos,
inviernos
y primaveras.
Se funden
en sueños, suspiros,
ambiciones, dolores
y quimeras.
Dejan su impronta
en los sentidos,
aromas, melodías,
paisajes, sabores,
y caricias.
Palabras.
Florecen, crecen
renacen cada mañana.
Se ponen alas
y vuelan, vuelan
a tierras muy lejanas.
Hasta allí llegan
a dar aliento
y a curar almas.
Con el maravilloso don
que me dio la vida
de poner alas a mis palabras.
 
 
 
 
EVASIÓN
 
Tengo miedo de seguir.
Adonde vaya
me persigues.
No me puedo ocultar
ni mentir
ni fingir
ni evadirte.
Mis ilusiones mueren
y duele.
Como una abeja
que pasa
y deja clavado
el aguijón de su fracaso
cada párrafo
cada letra que escribo
cada pensamiento
y cada amor
se destruye.
Porque tú
estás allí
acechando
en calma.
Trato de no escucharte
pero no lo logro.
Formas parte de mí.
Hasta que al fin
me rindo a tus susurros
y acato lo que me digas
conciencia.
 
 
 
 
PARTO
 
Creí que jamás lo lograría.
Pasaron tantos años.
Te desee con ansias
y con todos mis sentidos.
¡Cuánto amor tenía para darte!
Mi vientre gemía y dolía.
Se fue secando con el tiempo
poco a poco y en silencio.
¡Tanto te soñé!
Quería tenerte entre mis brazos,
acariciarte y mimarte.
Han pasado los años
y lo he logrado.
Estás en mis manos.
He logrado dar a luz
desde lo más profundo de mi alma.
¡He parido!
Con mucho esfuerzo, sonrisas,
sacrificio y lágrimas.
Hoy vuelas libre
vas de mi mano.
Te abrí las puertas al mundo.
Mi amado libro
has nacido
de mis entrañas.
 
 
 
 
INVÁDEME
 
Recorre
mis remolinos de agua fría.
Navega
por mis ríos profundos.
Siembra
mis entrañas infértiles.
Llena
con tu vela navegante
experiente y viril
mi océano vacío
carente
e insatisfecho.
Rompe
con tu nave
las rocas frígidas e ignoradas
de mi pecho.
Convierte en espuma
suave y burbujeante
la sequía dentro de mí.
Cambia
mi piel seca, arrugada
y áspera
por arena blanca
tibia y brillante.
Haz que me harte
de gozo.
Quiero ser
la vela mayor
de tu navío.
Navega dentro de mí
ahógame en tu mar
atrápame en tu sal.
Húndeme
marino del tiempo.
Invádeme.
 
 
 
 
EL POSTRE
 
Un apetito voraz me invade.
Cocinar ¡Qué placer!
Mi cocina.
Antídoto  de mi ansiedad
depósito de mi amor
refugio de mis angustias.
Los olores me invaden.
Amo las especias.
cilantro, albahaca, romero,
orégano, perejil, jengibre,
curry, alcaparras y ají picante.
Cocinaré un guisado.
Abro el freezer.
Elijo; carne de cerdo,
magra y sin grasa.
No por sana, por sabrosa.
Deposito la tabla
inmaculada y blanca.
Saco mi mejor cuchilla
la afilo contra la mesada de mármol
fría y húmeda.
Pico cebollas, morrón rojo y dulce
y ajo, mucho ajo
herencia de mi  abuela mallorquina.
Miro el reloj.
Aún tengo una hora.
Lloro, por la cebolla, claro.
No necesito probar la sal.
El aroma me  indica su sazón.
Diez minutos y él llegará.
Tiendo la mesa.
Dispongo el mantel, cubiertos,
servilletas y copas
para un buen Tanat.
Corro al jardín
recojo algunos jazmines
de mi pequeño árbol
y los ubico en el centro.
La mesa queda espléndida.
Huelo.
Apago el fuego.
Doy una última mirada.
Todo está perfecto.
¡No! Algo falta
Me dirijo al comedor.
Tomo un candelabro, dos velas
y las enciendo.
Ahora sí
la mesa digna de un chef.
Me voy a duchar.
Al entrar miro el espejo.
Me devuelve una imagen
ojerosa y pálida.
Decido no bañarme
quiero que me vea así
tan cual soy.
Un ama de casa
que llora lágrimas de cebolla
y huele a curry y jazmines.
Llega.
Me besa, lava sus manos
y cenamos.
Observo cómo
por las comisuras de sus labios
gotea el guisado.
Lo enjuga con pan y lo engulle.
Las velas se han apagado.
 
-¿Prendo la luz? -pregunto.
-No. Quiero el postre -contesta.
-¿Qué has preparado hoy?
 
No sé qué contestar.
 
¡No dio tiempo, no pensé!
Se incorpora y se acerca.
Me inquieto.
Me huele.
Se confunde mi olor
con el de la cebolla
el cilantro y mis lágrimas.
Me toma entre sus brazos
sudoroso y satisfecho.
Quita mi delantal
y desprende mi blusa.
Yo, bajo su pantalón.
Me conduce al baño
y me sumerge en la bañera.
 
No sé en qué momento
la llenó de espuma.
El agua está tibia
y huele a jazmines.
Desaparece. Pienso.
¿Qué buscará?
Se abre la puerta y entra.
Vierte un frasco
de esencia de canela en la tina.
Sumerge su cuerpo junto al mío
y susurra…
he venido por el postre.

 


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