Nombre: Ángela Molina Calzadilla
Lugar de nacimiento: Caracas, Venezuela
Residencia actual: Caracas, Venezuela
Miembro desde: 30/04/2015


Poemas incluidos en esta página:       
       

                - . PROFANO 

                - . LO QUE NO TIENE NOMBRE 

                - . LAS HEMBRAS 

                - . A SOLAS 

                - . HOGAR DE LOBA 

                - . HUESOS 

                - . TALLER OCASO 

                - . TACHADURA 

                - . ÉL 

                - . CERTIDUMBRE 

                - . DEVOCIÓN 

                - . SER MAR 

                - . PEQUEÑA HISTORIA UNIVERSAL  

                - . ACLARATORIA

      - .
.
.
- .
- .
- .
- .
- .
 


 
PROFANO
 
 
Dios bendiga la soledad de los amantes
y los haga entrar desnudos en el templo
porque solo ellos son el pan que se encarna.
 
Dios bendiga el secreto indecible que callan
ojos adentro cuando el cuerpo se hace fiesta
y la piel se engalana y la sangre se agolpa
en su rumor, el único y secreto verdadero.
 
Dios los bendiga despojados
porque solo ellos conocen
la inmortalidad del instante.
 
Dios bendiga la sonrisa que surge en el placer
la carcajada
el gemido
la caricia
el silencio
que se guardan.
 
Fe y religión del tacto.
Solo ellos renacen.
 
Dios los libre de todo mal y los oculte
–en el juicio final ya están absueltos
 la prueba es que están juntos.
 
Dios los cubra y escuche su plegaria
de la palabra y del tedio los ampare
de las leyes humanas los esconda
porque solo ellos son los pies del Hijo que camina
sobre la Tierra.
 
Dios los salve de renunciar al sacrificio
que se hacen uno al otro,
de preguntarse los por qué
del abandono
de confesar como pecado su pasión
de entregar vanamente el don divino
de leer los mandamientos.
 
Dios los salve.
 
Y los mantenga puros en el lecho
y prudentes solo fuera de él.
Después de haberse hecho pan
y alimentarse
que se callen.
 
Que no renuncien
que no confiesen
que no teman.
 
Que lleven el silencio
y no intenten descifrarlo
con razones terrenas.
 
 
 
 
LO QUE NO TIENE NOMBRE
 
 
A veces, no hay palabras
en los límites del deseo
o del quemante sufrimiento.
No hay palabras.
Lo incondicional no acepta nombres.
 
Intentamos describir acercarnos garabatear
ponerlo en blanco y negro
evitar que nos explote en la cara
o vísceras adentro
para decir ¿entiendes?
para no ser número primo
y es inútil.
 
¿Cómo te nombro amor, cómo te nombro?
Sosiego, paz, luz, alegría
entre mis muslos corazón que late y se desboca.
Calor que sube intenso por el cuerpo.
Incontenible indomesticable
delirante desquiciado insensato
pero es más
 
¿Cómo te digo, dolor?
Soledad acompañada, incomprensión,
pérdida infinita
palabra muda
abrazo que no fue
campo de zarzas
espina lacerante
ausencia.
 
No todo puede ser nombrado
acaso tampoco es necesario.
 
 
 
 
LAS HEMBRAS
 
 
Las hembras paren a sus hijos y entierran a sus maridos.
Después se mueren sin lamentarse,
con una comprensión que lo abarca todo.
No se rompen, se secan las lágrimas que saltan y siguen adelante.
 
Las impulsa la vida, no saben hacer más.
Las hembras desean, devoran, protegen,
lamen las heridas de los otros, nunca lamen las propias.
 
Desgarran la carne con las uñas, gritan con gemidos que atraviesan paredes,
atrapan con brazos y piernas, aspiran los aromas hasta el último aliento.
No abandonan: se desinteresan, genuinamente.
Quieren comerse el mundo en cada hombre,
echan un hombre al mundo en cada parto.
 
Viven, intensamente, y no esperan.
Escuchan, calladamente, las largas sinrazones de los que lo esperan todo.
Sonríen, a veces, con indulgencia.
Se exasperan, únicamente por sus hijos,
piensan que todavía hay algo por hacer, algo que pueden salvar.
No se creen fuertes, (lo son, sin saberlo).
Lo esencial las diluye y las seduce.
 
Hacia allá se dirigen.
 
 
 
 
A SOLAS
 
A María, Maruma y Ana Emilia
 
Elemental
Básica
Fundamental
Misteriosa

Es la búsqueda del movimiento primigenio,
ese que nace desde adentro y se proyecta con
una sombra a colores.
Deben haber sido horas y
horas de trabajo en un recinto estrecho.
A tientas en la oscuridad
para alcanzar la luz y sus matices.
 
Deben haber sido horas y horas de silencio
para encontrar los primeros sonidos
y lograr que el cuerpo los conciba
y los geste.
 
Deben haber sido
días enteros lloviendo sobre los propios huesos,
para lograr que afloren las raíces
que deja al desnudo
el sedimento.
 
Tres mujeres: un espacio.
 
El claroscuro las acompaña,
como a todas las vidas.
Suaves y certeras,
sus ojos y sus manos te convocan
a otras realidades que se encuentran muy lejos,
dentro de ti, dentro de ellas.
 
Perpetua comunión de los
sentidos. El tiempo se detiene,
y a nadie parece
interesarle.
 
El espacio trasciende sus mesuras cotidianas
y confluye, piel adentro.
Son tres mujeres
nunca se encuentran
 
habita cada una en sus latidos,
infinitas,
como el espacio
que se adivina detrás de las puertas.
 
No hay voces, no es preciso
hay trinar, cascada, latido, viento.
Es suficiente.
Sus ojos te penetran
como piedras volcánicas.
Y tú estás allí,
en medio de la nada,
espectador silente.
 
 
 
 
HOGAR DE LOBA
 
 
No es que no existan amores para toda la vida
es solo que no nos tocaron en suerte.
Nos hace esto acaso más volubles
pero no nos define la desgracia
no nos ata al desamor.
Simplemente nos vuelve intermitentes.
Encontramos a ratos
el resto del tiempo, estamos al acecho.
Y creamos amores con palabras
e imágenes, de savia.
Abraza al árbol, mientras tanto.
 
 
 
 
HUESOS
 
 
Los perros son sabios.
Cuando las poetas hablan callan sus ladridos.
Saben que el silencio es indispensable.
Ellos no sienten la premura de las gentes,
su desatinada ansia por llenar cada espacio
cada momento.
Su miedo no va más allá del castigo
de la sobrevivencia.
 
En la esfera celeste
todos los animales se dejan poseer
por la divinidad de su naturaleza.
Solo uno cierra la puerta a su instinto iluminante.
Solo uno vive en la oscuridad de la razón
y no se reconoce como bestia mansa.
 
Somos ese al que toda desnudez le causa espanto.
 
 
 
 
 
TALLER OCASO
 
 
Los otros hablan.
En el taller nombran a Heidegger, a Kant,
a Hannah Arendt, a Pessoa, a Octavio Paz.
Saboreas el café y escuchas.
Anotas en tu libreta:
llover, llover sobre el musgo de las palabras
hasta volverlas limpias, ásperas, esenciales
palabras – patrias, significados ambiguos y coherentes.
 
 
 
 
TACHADURA
 
 
Prefiero el catecismo del cuerpo, antes que el del templo.
Los excesos a los comedimientos.
El instante seguro y pertinaz.
La plaza al circo.
Los destellos fugaces a la perenne luz artificial.
Los cometas a los soles predecibles.
La vida, la insospechada vida, al simulacro.
 
 
 
 
ÉL
 
 
Dios es el Supremo Amante
Perdona toda infidelidad
 
 
 
 
CERTIDUMBRE
 
 
No estoy sola
Me acompañan los que me precedieron
 
en sus tumbas
 
 
 
 
DEVOCIÓN
 
 
Bienaventurados los que persiguen
su sueño, aún cuando no lo alcancen
 
Bienaventurados los inconformes
los que buscan, los que animan a encontrar
Bienaventurados los que estando presos
alientan a ser libres y mantienen el corazón fuera de sus jaulas
Bienaventurados los que enseñan a volar,
aunque los dejen solos en el nido
Bienaventurados los que defienden alas y risas
y huyen de toda devoción
 
 
 
 
SER MAR
 
A Colacho
 
Tener dentro tantas tempestades
Sentir el rumor de las borrascas
Callar los secretos aguas adentro
en las profundidades habitadas
por seres luminosos
 
Expulsar a la orilla todo aquello que sobra
ser mar
 
Ser mar
se me ha olvidado
 
 
 
 
PEQUEÑA HISTORIA UNIVERSAL
 
 
Todos tenemos muertos que llorar
Todos caemos de bruces sobre el polvo
de las tumbas que no visitamos
 
Todos tenemos guerras perdidas
fratricidios
sabor a sangre
náuseas
 
Fotografías amarillas
que los dedos repasan
obstinadamente
 
Preguntas a quienes no pueden responder
el fracaso metido hasta en los huesos
la vista nublada de los que se fueron
estrellas que mueren y alumbran
agonizantes
 
Todos somos poca cosa
o nada
en los nudos apretados del tiempo
 
Apenas una fecha nos define
y esperamos a la próxima que marque el epitafio
Sabemos, nos sabemos, insuficientes
 
pequeños nimios indignos
por pura suerte sobrevivientes
 
Apenas bolsas de electrolitos
a bocanadas aspiramos
la sal y el viento
A dónde llevará este mar
por qué nacimos
para ser solo dolientes
 
lo que quedó, el hollín, las cicatrices
y entonces la vida resulta dolorosa
como una condena una mazmorra un orfanato un asilo
con sus pequeñas torturas cotidianas autoinflingidas pobres
 
Hay quien no juega al ajedrez
y se da por vencido apenas en la orilla
 
 
 
 
ACLARATORIA
 
 
Señor, perdone,
yo no soy poeta
 
Soy sólo una
a la que se le han secado
las palabras
 
Como se muere un hijo
dentro del vientre
 
Maestro, ¿tú no tienes miedo?
Cuando hoy muere un niño tiroteado
y su madre lo encuentra enfrente de su casa
y abraza su cadáver hasta que al fin se lo arrancan
y las hienas envían condolencias, ¿tú no temes?
 
Buscamos en él el signo distintivo de la víctima
y no hay siquiera una mirada en la que anclarse
–las cuencas de los ojos de su padre no dicen nada,
 o dicen muerte –
 
¿Qué piensas tú mientras esto sucede?
¿Qué piensan los que te siguen como posesos?
 ¿Se adentran en la selva roja de Juan
o persiguen los muertos de Octavio?
¿Por qué mirar atrás cuando hay tanto presente indescifrable?
 
Las hojas están muertas. Las palabras se pudren.
Acércate maestro. Huele su fetidez.
Hoy van a velarlo junto a tu casa,
pero el horror no hace mella en ti o en tus discípulos.
¿Hay mayor sinsentido que pasar y pisar las flores fúnebres
para llegar a la luz amarilla de tu sala y hablar de poesía?
 
Callando hoy no voy a revivirlo. Cierto.
Era un hombre, no un niño.
Verdad a medias, para una mujer era su niño.
¿Me sumo a tus filas o a las suyas?
De vez en cuando no hace daño mirar por la ventana.
 
Hay lutos que se extienden como charcos de tinta
y pueden más que todas las palabras.
Es apenas otro muerto, pero no te engañes.
Huele a sangre.
Hoy, apenas conocida la noticia,
uno de los amigos de su familia les dio un mensaje.
La vida sigue, dijo.
 
¿Tú le crees?
¿Sigue la vida aunque nos la arrebaten?
Hay días que son como ese niño,
 muertos apenas se levantan.
Días que acaban demasiado temprano
y son noches eternas, eternas madrugadas.

 

 


webmaster: soydelfrater@hotmail.com