Nombre: Guillermo J. del Pino Manzano
Lugar de nacimiento: Valladolid, España
Residencia actual: Benidorm, España
Miembro desde: 25/01/2018


Poemas incluidos en esta página:        
                 

1.       MIS DOS AMORES

2.       EN ESTA NOCHE DE LUNA

3.       CIERRA TUS OJOS

4.       UNIDOS DE LA MANO

5.       ABRÍ MI VENTANA

6.       LA PRIMAVERA

7.       OLMO DEL CAMPO GRANDE

8.       ANOCHECER EN CASTILLA

9.       LOS CIELOS DE ESTE AGOSTO

10.     ¿RECUERDAS?

 

 

 
 
 
MIS DOS AMORES
 
Ya veo a mis dos amores
cruzar las doradas  trigas,
una recogiendo espigas,
la otra ramos de  flores
teñidos de mil colores.
Protegidas, al socaire,
meciéndose con donaire,
con el viento acariciando,
envolviéndolas cual bando
con los cabellos al aire.
 
Vienen cantando canciones,
cantigas vienen cantando
con sus notas desgranando,
haciendo los  orfeones
el piar de los gorriones
al compás de sus pisadas
grácilmente emparejadas.
Ya veo a mis dos amores
bajando de los alcores,
viniendo por las lomadas.
 
 
 
 
EN ESTA NOCHE DE LUNA
 
En esta noche de luna,
de luna, de luna clara,
va paseando una niña
por la senda de la jara
y el aroma de la noche
al acariciar su cara
es como si la brisa
en perfume se cambiara.
 
En esta noche de luna,
de luna, de luna clara,
una niña está bebiendo
al borde de la alfaguara
y el torrente cristalino
al correr por la almenara
quisiera que por embrujo
en un beso se tornara.
 
En esta noche de luna,
de luna, de luna clara,
una niña caminando
por la vereda, se para.
Una estrella la persigue
como si un láser trazara
y quisiera que su rayo
luminoso la atrapara.
 
En esta noche de luna,
de luna, de luna clara.
 
 
 
 
CIERRA TUS OJOS
 
Cierra tus ojos y dame la mano
y  juntos partiremos al futuro
andando  por la senda que aventuro
teniéndolo  tan cerca y tan lejano.
 
Cierra tus ojos que en el altozano
podremos despegar cruzando el muro
que corta el presente del futuro
cual rayo que se torna sobrehumano.
 
Deja que el viento nos lleve algún día
volando al lejano azul del cielo,
unidos en alegre melodía.
 
Deja que el viento nos lleve en su vuelo
guiándonos al son de su poesía,
flotando en su compás sin tocar suelo.
 
 
 
 
UNIDOS DE LA MANO
 
Unidos de la mano, Pilar, juntos paseamos
por la angosta ribera que al Pisuerga acompaña
y subidos al muro, desde allí contemplamos
como el agua que pasa, mansamente le baña.
 
¿Te acuerdas de aquel banco, allí en las moreras?
Te susurré una tarde de Abril, amor eterno,
mientras trinaban juntas  las aves cantareras
y repetían siempre su trino sempiterno.
 
Mientras, las blancas barcas que surcan en hilera,
alegres chapotean el agua con los remos
y el lento vuelo de una cigüeña laborera
invita con fruición a que nos abracemos.
 
¡Oh! Pisuerga que viajas por tierra de pinares
desde las altas tierras de Palencia la romana
a morir a los pies de Pucela, en estos lares.
Mi corazón suspira, mi pensamiento mana…
 
 
 
 
ABRÍ MI VENTANA
 
Abrí mi ventana. Abril florecía,
vuelo de palomas, aromas de flores.
Sonó la campana de la escolanía
al rítmico trino de los ruiseñores.
 
Abrí mi ventana por si acaso oía
escuchar los cantos, canciones de amores
y miré a los cielos, en la lejanía,
esperando alegre bellos resplandores.
 
Abrí mi ventana por si acontecía
que en mi casa entrara, preñada de olores,
la pálida brisa que en la cercanía
emanan las rosas de suaves colores.
 
Abrí mi ventana, el sol se metía
detrás de una nube; no emite fulgores.
La cálida tarde triste se moría
envuelta en el mundo de los soñadores.
 
Y en la quieta noche, en la lejanía,
escucho en silencio un son de rumores
que plácidamente el aire traía
hasta mi ventana, de suaves candores.
 
 
 
 
LA PRIMAVERA
 
Ya el rubicundo Apolo, distraído,
extiende sus mechones en la aurora.
Ya el pícaro gorrión del nido aflora
saliendo con su vuelo decidido.
 
Ya el girasol se despereza erguido
mirando cara a cara al rey que adora.
Ya la cigüeña en su pico atesora
la verde rama que porta a su nido.
 
Cuando la faz del campo reverdece
y espera la cosecha venidera,
la mañana de abril en él se mece.
 
Cuando la tierra, en su preñez espera,
contemplo felizmente que aparece
este milagro de la primavera.
 
 
 
 
OLMO DEL CAMPO GRANDE
 
Otoño. Campo Grande. Paseos desolados.
La alfombra de los ocres ocultan mis pisadas
y están los verdes suelos de césped, tapizados
de hojas secas caídas de un olmo, marchitadas.
 
Sentado frente al olmo centenario y enfermo
nostálgico contemplo su tronco cincelado.
Que mi mano amorosa grabó un corazón yermo
con unas iniciales de un nombre enamorado.
 
No temas olmo viejo si el otoño te olvida
y el alegre ruiseñor abandona tus ramas,
que pasado el invierno retornará la vida
y la fiel primavera nacerá en tus retamas.
 
¡Olmo del Campo Grande!, doliente y arrugado
yo siempre vendré a leer a tu tronco centenario.
Y besando las letras del corazón amado,
melancólico me iré, como tú, solitario.
 
 
 
 
ANOCHECER EN CASTILLA
 
Cuando el tul de la tarde se despliega
en el inmenso cielo de Castilla
y cuando el sol en su ocaso se entrega
y por poniente lánguido se humilla,
 
contemplaré feliz las áureas tierras
de trigos espigados como un manto
y me vendrá la brisa de las sierras
a traerme el aroma de su encanto.
 
Cuando el cobrizo Apolo languidece
tras el fino perfil del horizonte,
cuando el reinado de la noche empiece
trayendo el frío viento del trasmonte,
 
sentiré ¡Oh Castilla! de la noche,
la paz sublime que tu piel respira
y abriré mi corazón con derroche
para decirte que por ti suspira.
 
 
 
 
LOS CIELOS DE ESTE AGOSTO
 
Hoy los cielos de este Agosto están felices.
Hoy los años de tu vida están de fiesta.
Hoy la hoja de tu agenda está dispuesta
a sembrar un año más en tus raíces.
 
Hoy no quiero ver en tu alma cicatrices.
Hoy las penas de tu amor están de siesta.
Hoy, al fin, tu corazón es una orquesta
que deleita los momentos infelices.
 
No consientas permitir la rebeldía
que tu víscera cardiaca se acongoje,
se acelere y te muestre su osadía.
 
Para no consentir que se sonroje
hoy te ofrezco este clavel en sintonía
con un beso. Que en tu corazón se aloje.
 
 
 
 
¿RECUERDAS? 
 
¿Recuerdas aquel día en la alameda?
Aquel cielo de azul, aquel paseo,
aquel sauce llorón. Su balanceo,
meciendo de remanso la arboleda.
 
¿Recuerdas aquel beso en la vereda?
Aquel roce de amor, aquel deseo,
aquel talle de flor en contoneo,
tu suave acariciar como la seda.
 
Recuerda aquella nube transitoria
nublando aquel sentido y largo beso.
Aquella brevedad espiratoria.
 
Recuerda aquel gemido inconfeso,
aquella convulsión liberatoria.
Aquel día. Aquel cielo. Aquel suceso.

 

 


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