Nombre: Isabel Matta Bazán
Lugar de nacimiento: Lima, Perú
Residencia actual: Lima, Perú
Miembro desde: 6/03/2019


Poemas incluidos en esta página:        
                 
  1.          VITAE
  2.          CONQUISTADOR
  3.          CADÁVERES DE SAL
  4.          OCASO
  5.          VUELO DE CÓNDORES
  6.          ELEGÍAS
  7.          FUEGO DE PRIMAVERA
  8.          SOLEDAD NUESTRA
  9.          SIN TÍTULO – A VECES SUEÑA EN MORIR…
  10.          SIN TÍTULO – CUANDO NO SOY RÍO SOY MAR…
  11.          SUBLIME CAOS
  12.          CUERPO DEL DOLOR
  13.          LUZ ARROLLADORA
  14.          TIEMPO DE LA PARÁLISIS

 

 

 
 
VITAE
 
Si fueras pensamiento
no sólo circunstancia
sabrías que nuestras palmas no son de metal.
Que cuando cortas
ni siquiera en carne viva nos dejas.
Ya nos cansamos
de poner las rodillas en el suelo
y mirar por debajo de tu sombra.
 
Sé que vinimos a SER
no a jugar al devenir
ni al hombre vomitado en el mundo.
 
 
 
 
CONQUISTADOR
 
No toques mi tablero de ajedrez.
Expulsa tus caballos, tu rey maligno,
tu reina prostituta y cortesana,
que los peones son libres
en mi tierra de cuadrados.
Toman desayuno y no escupen sangre
(la que quisieras mezclar con cemento
para construir tus centros comerciales)
 
 
 
CADÁVERES DE SAL
 
Ay mariposa
que te refugias
en el ombligo
de un esqueleto.
 
Sustrae la esencia del cactus
y entrégamela
para no consumirme en este arenal
que poco tiene de humano.
 
El olor a muerte se acerca.
 
Mariposa del tiempo
no te olvides de los dioses,
de la promesa.
 
 
 
OCASO
 
En lo profundo de esta cápsula el aliento es breve.
Cuando los relojes suspiren, la plenitud me abarcará toda
como las alas de un pelícano a sus polluelos.
Dimensión ausente de vacilaciones
del angustioso crepitar de mis rodillas.
Madre muerte, madre del reposo.
Transito enamorada de la certeza del ocaso.
 
 
 
 
VUELO DE CÓNDORES
 
Esa piel colmada de relojes y avispas
y jirones armados contra el barullo de los infantes
se ha estirado para dar su último aliento
y las grietas se perciben
como los cañones donde sobrevuelan los cóndores
rebosantes de cielo, laguna y misterio.
 
Esa piel conoce la erosión, el desprendimiento, la ruptura.
Impresa con patrones distorsionados envuelve al universo
al latido,
a la sangre,
a la víscera,
al hueso carcomido.
 
Qué desgaste mirar atrás
 buscar en la ruina el tesoro
revivir la imagen del cuerpo quejumbroso rodando por la cuesta.
 
Esa piel es presente, el presente del tiempo, el don.
 
No hay más que dudar aroma imperecedero
agua    tierra     fuego   metal.
Aquí no es allá.
 
El cóndor vuela, el cañón cambia
Muerte y vida se besan inseparables en un presente eterno.
 
 
 
 
ELEGÍAS
 
Esperé tu llamada como los dioses una oración.
Me arrodillé con humildad ante el tiempo y el dolor.
 
Horas no duelan más, no aprieten, no ahoguen.
 
Las canciones que escribo son casi elegías a ese amor
que no sé si nace o muere o calla en un mismo lugar.
Como el pobre que se alimenta, que duerme,
que defeca en un metro cuadrado
como un animal enjaulado en la ciudad.
 
Piel o cementerio. Manos o nichos.
El amor se esconde como un pequeño cadáver
que no sabe dónde resucitar.
 
El silencio lo esconde en su puño
en sus manos mezquinas, reservadas y egoístas
en sus líneas, que como nichos o trincheras
ocultan los albores del amor.
 
Siempre hablaba el crepúsculo con su boca de muerto.
Jugaba con el viento sobre la arena como un fantasma
y nadie conocía la imagen de su mirada al alba
o el canto de los gallos al amanecer.
Ni siquiera el sonido de los pájaros. Todo era crepúsculo.
Animales adoloridos de frío, gente y sombras, sombras y dolor.
Y después del crepúsculo, la noche. El crepúsculo y la noche.
Como si dijera: “y después del dolor, la muerte,
y luego el dolor y vuelta la muerte”.
 
 
 
 
FUEGO DE PRIMAVERA
 
Escribo desde ese espacio conectado a un no ser, que es, indefectiblemente.
Un no ser, un no era, una constante inexistencia auténtica
ángel de la muerte que vivió como ángel de ensueño
subyugado por imágenes y fenómenos absurdos.
Por siglos rodeado de figuras impuestas, diseñadas por tentáculos
y ya estas ventosas sofocan el último fuego de primavera
y el fuego y el fuego
es necesario para quemar la voz silenciosa,
 la acción detenida, la libertad encadenada.
Este ser se evapora como una gota de veneno sobre las catedrales
y el dueño de los templos no escucha ni responde
y creo que estas manos han hecho tan poco como la nada.
 
 
 
 
SOLEDAD NUESTRA
 
¿Merecíamos acaso el amor y las caricias de los insectos?
No. Ni sus patas rozando la soledad de nuestros genitales.
Los hombres partieron a la guerra dejando cuerpos femeninos
a merced de las hormigas-soldado, de las cucarachas murciélago.
Sé que nuestros hombres fornican atrás de los cerros
con rameras de nalgas firmes y pezones botón.
 
Hay una araña en mis cabellos y hace su nido.
 
Como un perro que de pronto  amanece alado
persigo el hueso con menos esfuerzo que ayer.
Y de noche lo hago mejor porque los vecinos duermen.
Y en las cuevas sólo las piedras ciegas hablan lentamente
con esa boca que apenas se abre.
 
Las polillas bogong le tememos al sol,
nos seca las articulaciones cual bisagras de biombos chinos
atacadas por el óxido espeluznante que nos marca el tiempo.
 
Como ebrios trasnochados buscamos el osario entero.
Hacemos lo que sea por hallar el esqueleto completo.
Nos sumimos bajo las cuevas llenas de ecos, lechuzas y arañas.
 
Y nos odian porque lo destruimos todo con el pensamiento.
Obsesionados  por los capullos tejemos como locos
para no morir quietos como los gorriones en invierno.
Y tejemos, y volamos y nos llenamos de placer sólo en la noche.
 
Esquizofrénico vuelo nocturno, medicina urgente, viento azul.
 
Otoño, no digas que nos viste, sólo déjanos volar al norte
cual cometas en miniatura que anhelar recalar en el llano.
Que nuestra apariencia de barro no asuste a las flores
sólo déjanos hallar la poesía, nuestro hueso predilecto.
 
 
 
 
******
 
A veces sueña en morir, otras en matar,
en ponerse boca abajo, boca adolorida
de náusea mínima, óleo seco, honor expuesto.
 
Esa mujer ha enloquecido al tiempo,
a los papeles del fax, a la herida de los leones.
No se alimenta de habas ni de arroz.
Con su boca apuntando al cielo aspira el hermetismo
que nace del techo frente a su imagen fantástica.
 
Esa mujer se deshace recostada sobre una mesa
desnuda como un seno al viento,
de su cabeza brotan insectos, galaxias,
mas quebrada toda, algo de ella perdura.
 
 
 
 
******
 
Cuando no soy río soy mar que besa el malecón.
Soy montaña donde no crecen los cactus.
 
Cuando no soy río bravo, intenso y feliz
soy árbol olvidado en plena carretera.
 
Cuando no soy río de extensiones magníficas
soy la piedra que se sumerge sin sentir.
Porque el río es la constancia de la felicidad,
a veces rápido a veces lento
pero siempre caminando hacia delante.
 
Pero cuando no soy río, cuando no soy río
soy la casa donde se velan los difuntos
y no he de sonreír, ni mirar,
ni gritar al cielo, ni recibir los dones.
 
Entonces soy
la pluma que no se mece con el viento
las piernas que se destrozan en un solo lugar.
 
 
 
SUBLIME CAOS
 
El sublime caos  de sus elementos ordena la atmósfera,
otorga alma al fósil, a la madera madre de los bosques
y hace resplandecer el acto oscuro e inerte de las falanges.
Aleteo y palabra conviven en la estancia del amor
sutil armonía que da vida  al suspiro exánime del fauno.
Matrimonio de carne y magia en esta jauría de enfermos y soledades
                 pantallas,  teclados, horas y tráfico interminable.
 
        
 
 
CUERPO DEL DOLOR
 
Destila flores y fuego el cuerpo del dolor
y una ausencia de extensiones sin horizontes
Es hermano de la roca antes de ser esculpida
ajena al amante de la piedra arenisca
al sueño del artista, al pulso de sus manos.
Es un elemento desarraigado del presente
espacio y tiempo ahogados en el pozo de los deseos.
En el mundo de la abolición existe,
en el paraíso de la nada
donde no canta el pájaro ni se acarician los lirios
donde la mariposa no muere en el primer día,
donde la palabra no muere con el sueño,
donde el amor no muere en la puerta de los templos.
 
Ah, cuerpo que se desdobla, cuerpo irracional
encapsulas los lamentos en una botella
que entierras bajo árboles ciegos y entumecidos.
No hay silbido ni carnada para espantarte
Eres el pez que se ahoga en su propio estanque.
El demonio el orate el látigo el orificio la rebelión       
 
 
 
 
LUZ ARROLLADORA
 
La diosa que hoy se hunde en el pantano emergerá cual loto al alba
y todas sus derrotas se convertirán en palmas sobre su frente,
monumento y victoria, trueno y relámpago.
Se hablará de la batalla que libró en las Termopilas
de cómo un Leónidas emergió de su corazón para vencer los reveses.
De cómo sobrevivió en el inframundo mezclada entre las diosas ctónicas
Se hablará por supuesto
de la magia que poseía en los pies para saltar las murallas,
del poder de su talón, de su melena
Y empezaran la historia así:
 
Érase una vez una diosa telúrica que se convirtió en Loto, en luz arrolladora.
 
 
 
 
TIEMPO DE LA PARÁLISIS
 
Sobre la línea del tiempo la maquinaria funciona
arrastra pérdidas sustanciales y victorias fatuas
    fatuos impulsos, veneno en las piezas superiores
soles desolados, silencios, sabiduría enterrada.
Funciona como las patas del minotauro herido
       y el aceite se derrama y el ímpetu se vuelve piedra.
  Piedra que medita sobre el tiempo de la parálisis
  de los pasos no dados, de los engranajes secos.

 


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