Nombre: Francisco Domínguez Agudelo
Lugar de nacimiento:
Zarza de Granadilla, Cáceres, España
Residencia actual: Benidorm y Alcalá de Henares, España
Miembro desde: 20/06/2022


Poemas incluidos en esta página:           
   

               - Siquiera los recuerdos.

              - Poder de las palabras.

              - Brillante palmarés

        - Aromas de mi tierra

              - Dudas

        - Mi calle

        - Óxido en las ideas

        - Ecos del silencio

        - Otros héroes

        - Agua

        - Sombras obstinadas

        - Cuando llega el otoño

        - Al fondo de la sima

        - Por sus calles

        - Impacto brutal

 

 

SIQUIERA LOS RECUERDOS

 

Sentí un rumor de pasos

y eran ellos. De nuevo los recuerdos,

dando fe

de momentos vividos por los dos:

de tus besos tan dulces,

tu sedosa epidermis abrazándome

y ese olor a lavanda

que latía contigo. Y sonreías.

 

No dudé ni un instante

y les abrí la puerta, aunque intuí

que otra vez

volverían a herirme, como entonces,

como siempre lo hicieron.

Llegaron en silencio. Ya era tarde.

 

Reviví la ilusión

de tenerlos aquí,

poder acariciarlos y quererlos

y darles mi calor

lo mismo que otras veces.

Y me quedé dormido entre sus brazos.

 

Y cuando desperté

una jaqueca intensa

asolaba mi cuerpo que yacía

ausente de memoria

frente a mi soledad y mis fantasmas.

 

Otra vez los recuerdos que eran míos

volvían a dejarme

como siempre, en silencio.

Ni siquiera tuvieron

esa última caricia

piadosa

que hiciera menos triste

la dura realidad de no tenerlos.

 

 

 

PODER DE LAS PALABRAS

 

El silencio que atrapan mis pulmones

espera el detonante

que lo propulse raudo

hacia los objetivos señalados.

 

Los impactos a veces

no alcanzan su destino.

Entonces las palabras

caen en el vacío y

                             sin demora

vuelvo a cargar con furia,

calculo la distancia

y apunto una vez más con más esmero.

 

El percutor golpea nuevamente

la piel del detonante

proyectando vocablos

que alcanzan, ahora sí,

el destino previsto.

 

(Confío que mi voz haya acertado

con la pieza precisa

y que ella la propague.)

 

 

 

BRILLANTE PALMARÉS

 

Infeliz desdichado,

que naciste en un medio

perfumado de cieno y marihuana.

Los primeros sonidos que escuchaste,

reyertas y ladridos

y más voces ajenas

en un barrio sin luz y sin ciudad.

 

Tu infancia fue una lucha

señalada por nombre y apellidos.

Te vistieron de adulto y te inscribieron

en la dura academia de la vida

en su peor versión.

Y en curso acelerado

te graduaste con notas excelentes.

 

No sé que te alcanzara

ninguna de las flechas de Cupido.

O quizás lo guardaste

en ese corazón blindado a fuego

que aun latiendo, me consta,

ocultaba emociones

sin permitirse un punto de flaqueza.

 

Comenzaste carrera

en grandes almacenes.

Más tarde con collares y con bolsos

de damas descuidadas.

Después en joyerías de prestigio.

Y tu máster cum laude

te llegó por asaltos a los bancos.

 

No cabe más currículo

para un final tan triste.

 

 

 

AROMAS DE MI TIERRA

 

A Zarza de Granadilla –pueblo que conoció mi infancia

y adolescencia– de la mano de D. Antonio Machado.

 

Siento sus rubios campos

salpicados de encinas y de matas,

arroyos cantarines en invierno

y en primavera aromas de nostalgia:

hierbabuena, romero

y aceite de las jaras.

 

Mi espíritu renace en esa tierra

tan mía y tan callada.

 

Adoro su paisaje

acotado por amplios horizontes

de atardeceres limpios

que cuando el sol se esconde

flamean con un púrpura encendido

que se va diluyendo en mil colores.

 

Vivencias arrancadas de mis sueños,

recuerdos de la infancia

que alimentan mi juicio de experiencias

y avivan la esperanza

de volver a ese cielo y a esa gente

que con ansia me llaman.

 

Esos años nacidos en mi tierra

siguen conmigo, siempre me acompañan.

 

 

 

 

DUDAS

 

El tiempo se vacía

de proyectos sin fecha

de sueños en el filo de la aurora,

de hormigas que se agitan en mi estómago.

 

Y mientras la memoria

llena cada rincón del día a día,

me acompaña a la mesa

y come de mi plato.

 

El reloj se desboca

y me obliga a seguirle sin respiro,

a pisar sus talones

al son que va marcando el segundero.

 

Me pesan más y más

el eco y sus raíces,

los momentos de luz y de tinieblas

de vidas que gasté sin beneficio.

 

Y en esa pugna cruel

entre la soledad y la memoria

se desploman los días

víctimas de las dudas…

 

 

 

 

MI CALLE

 

Así es el pavimento de mi calle

hecho de nieve y cielo,

la cola del vestido de la Luna

trenzado en plata y leche.

 

De las ventanas

asoman bocas negras

en un intento estéril

de succionar su pecho nacarado,

de beberla sin término,

de gozar

ese guiño que enciende la lujuria.

 

Paso a paso la luna se aproxima

al final de la calle,

cuando los filamentos

del primer sol

rayan el horizonte

y el suelo en un instante

se muda de oro y sombras.

 

 

 

ÓXIDO EN LAS IDEAS

 

Ideas oxidadas en jarrón

de cristal de bohemia.

Atardeceres rotos

sobre la playa muda.

Concierto de palmeras y corales

que adormece la sombra.

 

Así es mi condición

aferrada a los sueños y fracasos,

bañada en sal y arena

y el llanto de las olas

que se ampara en mi espina y en mis miembros

desnudos, litorales.

 

La isla que me mira

se viste de esmeralda y de siniestro

y vuelven las gaviotas,

y su mensaje oscuro

va desde mi epidermis a mi mente

sin pronunciar palabra.

 

Mis ideas persisten

cada vez con más óxido

dentro de ese jarrón. Parecen muertas.

 

 

 

ECOS DEL SILENCIO

 

Los ecos del silencio

se pegan a mi piel como tatuajes

que no puedo arrancar,

que comparten espacio con mis células,

que asfixian mis rutinas.

 

Se me escapa la voz y la persigo

sin éxito. Atraviesa la frontera

sin que pueda evitarlo.

A distancia la observo resignado

sabiendo que he perdido

también esta batalla, como tantas.

 

Me refugio en las sombras

y palpo sus rincones

hasta dar con el fondo del cajón

donde dejé el recado de escribir.

 

Creo que he recobrado la palabra.

 

 

 

OTROS HÉROES

 

Los héroes de mi infancia sin colores

tan guapos, tan valientes y formales

luchaban en combates desiguales

y siempre resultaban vencedores.

 

Paraban en el kiosco de la Loles

a quien no habían de serle muy leales

ya que bastaban sólo dos reales

para que abandonaran sus favores.

 

Nada que ver con héroes de hoy en día

que los niños no tienen que comprar,

pues la tele, cuando abren la ventana,

 

se los muestra con vida y fantasía.

Y ya no hay que leer ni descifrar

para ver cómo zurran la badana.

 

 

 

AGUA

 

Llueve

sobre el erial desnudo.

La tierra se me escurre entre los dedos

y este amor sin raíces,

a merced de huracanes y pedriscos.

 

Llueve

en las piedras sin nombre

que se llenan de tiempo,

que no saben del polvo del camino

ni conocieron nuestra primavera.

 

Llueve

más sed y más fatiga

hasta calar mis huesos y mi médula,

hasta tronchar con furia

los tallos que brotaron de la nada.

 

Llueve

en las cuartillas ocres

de mis mudas ideas, entre lágrimas

que manchan su contorno

y rubrican mi amor y desaliento.

 

Llueve

y esta tierra sicaria

no deja de escurrirse entre mis dedos.

Me falla el equilibrio

y siento que las fuerzas me abandonan.

 

Llueve

tus días y mis noches,

tus sueños que se alejan orgullosos

y me dejan un tiempo sin presente

donde el futuro ha muerto.

 

 

 

SOMBRAS OBSTINADAS

 

Me persiguen las sombras

que vivieron ceñidas a mis años

prescritos,

testigos silenciosos,

camaradas de duelos y renuncias.

 

Y busco alguna fórmula

que las despegue de mi cuerpo

y me vista con nuevas perspectivas.

Que no quede señal de su legado,

que me procure nuevo pasaporte.

Derribaré sus muros.

Que las excavadoras

arranquen hasta los cimientos,

corroídos de niebla y desencanto.

Y en el mismo lugar

donde habitó la noche

se levanten la luz y la sonrisa.

 

Los cascotes viciados

que vayan a una fosa,

la más profunda del océano,

de donde nunca más salgan a flote.

Y el nuevo material de construcción

que lo saquen

de destellos del sol y las estrellas,

del cristal de las fuentes

y de las ilusiones de mi infancia.

 

 

 

CUANDO LLEGA EL OTOÑO

 

Van cayendo las hojas

que dibujaron nuestra primavera.

Concierto de violines,

estímulo de tantas emociones.

 

Van cayendo las hojas

y en las áridas ramas

se ven nudos y arrugas

que el tiempo y la pasión fueron trazando.

 

Van cayendo las hojas

con fuego de desierto y de salitre,

de arrebato sin rejas,

de ciclón que vencía los océanos.

 

Van cayendo las hojas y aparece

la piel suave que han ido

tapizando los años

a fuerza de caricias encendidas.

 

Van cayendo las hojas

y te descubro a ti sin abalorios,

sin luz ni maquillaje

tan auténtica y única. Tú misma.

 

 

 

AL FONDO DE LA SIMA

 

Me atormenta la voz del telediario

con delitos cifrados en informes,

la prensa que vomita

siniestro en los manteles,

los días que soportan

horas ciegas cargadas de metralla.

 

Busco la redención de los burdeles

aciagos que me acogen,

donde la fe se ha roto en mil pedazos,

donde el reloj se agota en cada giro.

Los muros dan la espalda

cuando les llega el eco de mi sombra.

 

Entre reproches de las ambulancias

y murmullos sellados con cemento

se agitan mis propósitos,

huérfanos de principios, y tropiezan

con los viejos juguetes

sin rostro que el olvido ha secuestrado.

 

Esta piel milenaria que me abraza

con vigor estrangula mi resuello.

Siento que me abandona

el día en su derrota

y me deja a la orilla del camino

desvalido, sin huellas ni rescate.

 

Y al cerrar los oídos se despeñan

mis ideas que acaban

al fondo de la sima.

Les aguarda el abrazo de la noche,

de sueños sin memoria

y de tantos relojes oxidados.

 

 

 

POR SUS CALLES

 

Fluyen mi juventud y sus secretos

recorriendo estas calles

salpicadas de planes sin recursos,

de noches sin almohada.

 

Me llegan las propuestas

cocinadas al filo de las clases

que vuelven a mi mente

mientras tomo café con la nostalgia.

 

También siento momentos que perdí,

recovecos vacíos,

sentimientos ahogados en la noche,

y compromisos mudos que hacen eco.

 

Vivencias compartidas

sin compromiso escrito

con amores de un día

que no buscan mañana ni propósito.

 

Calles que me adoraban,

que salieron conmigo

tantas noches de juerga y me inculcaron

la liturgia del sexo.

 

Que son museos vivos

que conservan su edad y su sonrisa,

en las que hablo con ellos

aunque ninguno quiera responderme.

 

 

 

IMPACTO BRUTAL

 

He sabido mi edad por el espejo

observando al anciano

que me miraba airado y arrogante

del fondo del cristal.

 

He sabido que el tiempo no perdona

que todos los placeres

que supuse eran gratis

te facturan a tantos años vista.

 

Para partir su cara

eché mi puño atrás cogiendo fuerza.

Tuve tiempo de ver

furia y miedo en los ojos de aquel hombre.

 

Fue un impacto brutal,

mi puño era una fuente que manaba

sangre y dolor, y yo

de pronto me sentía victorioso.

 

Eufórico del éxito

quise ver los despojos de una lucha

tan breve y desigual

dispersos por el suelo del servicio.

 

Y al mirar las baldosas

creí que me explotaba el corazón.

La cara del idiota

me miraba con rabia en cada esquirla.

 

 


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