Nombre: Isabel Ascensión Martínez Miralles
Lugar de nacimiento:
Murcia, España
Residencia actual: El Raal, Murcia, España
Miembro desde: 18/02/2011


Poemas incluidos en esta página:           
   

               - Abrazo de sueño

              - Aire

              - Al caminar

        - Lira

              - Lira (Inglés)

        - El bastón de mi madre

        - El Cristo del Rescate

        - El beso prometido

        - Un vendaval de ensueño

        - Consigna

        - Beso

        - Cuando una mujer canta

        - Desde la orilla ciega de mis pasos

        - Disfraz

        - Batalla

        - Era tenue el amor

        - Esperanza

 

 

ABRAZO DE SUEÑO

 

¿Acaso es tan sombrío abrazar un sueño,

llenarse los ojos con la luz de otros ojos

que en otra dimensión arden en lunas?                                                                                                                              

¿No es, tal vez, esa boca que parece dormida,

en el beso ardoroso, en el tenue gemido,

la que clama a la vida, en tu vida, trenzada?

Y en el día más liviano, y en lo puro y real,

¿no es quizás ese sueño el que te hace infinito,

y te dona presentes que, robados al tiempo,

te transportan, sin duda, al comienzo del ser?

 

 

AIRE 

      

¡Qué del aire te siento, qué del aire!

Qué de prisa transmuta tu horizonte

la delicada línea de su anclaje.

Qué de noche se me hizo, gozando

el arenal de tus pupilas,

bebiendo el mar salado de tus besos.

El silencio decapita las promesas

de tu cielo, poblado de abandonos,

de madrastras crueles que fornican

con gráciles efebos sin fortuna.

¡Qué de nadie es el viento,

qué de nadie tu sombra!

¡Qué de nadie, el olvido

de tu nombre en mi boca!

 

 

 

 

AL CAMINAR...

 

Recuerdo las ocasiones, fugaces,

en las que me expresabas tu deseo.

Nunca sabía cómo responder,

prisionera del miedo y del prejuicio.

Invocabas mis manos, como lluvia

anhelada en el desierto febril,

mientras yo, nube evasiva, temblaba

en el embrujo de tu desnudez.

Me pregunto si aún estoy a tiempo,

si lo estamos, de adorarnos al fin,

como merecen los valientes ecos

de la noche en el alma del guerrero,

como solo saben hacerlo quienes aman

desde el norte magnético de la verdad.

Y si fuera así, que en mi nube cabe

todo el olvido de tus noches acres,

derrámate conmigo en la dulzura

del agua que nos colma en la distancia.

Seamos bendición de la consciencia

de ser lo que se siente y se desea

con el limpio candor de quien camina

y al caminar descubre la medida

de todas las distancias en su pecho.

 

 

 

 

LIRA

 

No digas nada y sirve presto,

si te llama el amor, si te llama.             

No digas nada del amor,

que es esencia que vuela y se transmuta

desde el alma del beso a la mirada.

 

No digas nada, que se esfuma

su bendita inocencia

por ignotos senderos de hojas gualdas

 

Es música el amor dentro del bosque

que descubren, descalzos, los amantes,

humildes servidores de su himno,

cual sagrado reclamo de la vida.

 

Es solsticio de anhelos investido,

dulce peregrinar de libertades

que, cautivas, se tienden a la sombra

del aliento adorado, fiel remanso.

 

¿Qué decir del amor, si nos habita,

si nos colma e inunda con su céfiro

de inusitados ecos?

No digas nada y sirve presto,

si te llama el amor, si te convoca

el fulgor transparente de su lira.

 

 

 

 

LIRA (Inglés)

 

Say nothing and serve presto,

if love calls you, if it calls you.

Say nothing of love,

which is the essence that flies and transmutes

from the soul of the kiss to the gaze.

 

Don't say anything, that its blessed innocence

its blessed innocence

by unknown paths of golden leaves.

 

Love is music in the forest

that lovers discover, barefoot,

humble servants of its hymn,

as a sacred claim of life.

 

It is a solstice of longing invested,

sweet pilgrimage of freedoms

that, captive, tend themselves to the shade

of the adored breath, faithful haven.

 

What can we say about love, if it inhabits us?

if it fills us and floods us with its zephyr

of unusual echoes?

Say nothing and serve quickly,

if love calls you, if it summons you

the transparent glow of its lyre.

 

 

 

 

EL BASTÓN DE MI MADRE

 

Tu bastón descansa medio oculto

entre los rubios girasoles del salón

de esta nueva casa en la que ando

desembalando cajas de memorias

y cosas olvidadas.

Cada objeto ha de encontrar su sitio

en este hogar que ahora me acoge

con renovada savia entre sus poros.

Le hemos puesto cariño y entusiasmo

a cada piedra, a cada trabajo realizado.

Con esmero hemos trazado nuevas líneas

sobre las ya existentes;

hemos abierto horizontes de estrellas

allá donde los ojos

no podían mirar antiguamente.

Sus anteriores dueños no bebieron la luz

de estas estancias

por las que asoman árboles bailones

y cabalgan trinos en tropel.

Doy gracias a Dios por esta casa

que nos acoge a todos y es templada,

clara y espaciosa,

como abrazo de madre en todo tiempo.

Por ti tengo esta casa y te agradezco

tu anticiparte a todo, sabiamente.

Tu bastón me acompaña en este hogar:

regocija mi vista a cada paso

su tallaje de miel bien torneado

y el eco de tu mano en sus hechuras.

No gustabas del todo de ese objeto,

-un poco presumida sí que eras-,

mas formaba simbiosis con tus pasos,

sin que tú lo quisieras ni notaras.

Con solo abrir la puerta te recuerdo,

expectante y feliz con mi presencia,

y aun parece que apoyo me brindara,

camuflado entre soles como un símbolo.

De amorosas palabras es testigo,

perfilada madera, fiel sustento

de tus cansadas piernas,

las mismas que ahora -espero-

no precisen bastón

en la incorpórea liviandad del cielo.

 

 

 

 

EL CRISTO DEL RESCATE

 

Había una imagen en tu cuarto

que jamás te abandonó un instante:

era un cristo vestido de morado,

con los ojos muy tristes, golpeado,

el cabello, de tan negro, chispeante,

en melena partida a cada lado.

Al centro de su pecho lucía un escapulario

de tonos amarillos, negros, blancos.

Tú siempre lo mirabas con aire recogido,

en tus ojos brillaban la humildad y el fervor;

a veces una vela alumbraba su rostro,

la oración por los tuyos era un grito de luz

en silenciosa escala hacia las altas puertas.

Mientras, lavabas nuestra ropa, cocinabas

o atendías con agrado a tus clientas.

Siempre estuvo en tu cuarto cual vigía:

si la puerta entreabría, Él me miraba,

si la puerta cerraba, me seguía.

Era el Señor tu cómplice y amigo, tanto

que, en mi asombro de niña yo recuerdo

haberlo sorprendido un día –a veces espiaba-

la cara iluminada por tu vela, los labios entreabiertos,

palomas de piedad reverberando,

la oración que a su poder habías encomendado.

¿Por qué no pude verlo aquella noche, me pregunto,

última de tu existencia y de tu aliento?

Miré por todas partes y no estaba,

nada te dije, mas lo eché de menos

y al verte en la mañana evaporada

de este mundo que a marzo despedía,

a mi memoria vino el bíblico sentir

de Cristo, exhausto en el Calvario:

“Padre mío, ¿por qué me has abandonado?”

¿Quizás sentiste tú lo mismo, el desamparo

en esa encrucijada en que la vida escapa?

¿O acaso el Cristo del Rescate te aguardaba

en ese punto incierto del camino

en que tus fuerzas se rindieron y tu alma?

 Quiero pensar que fue a buscarte

 ese dulce Cirineo divino

que, con tanto amor, en vida veneraste

y en tu rescate se hizo encontradizo.

 

 

 

 

EL BESO PROMETIDO

 

Madre mía que yaces bajo tierra,

mentira de la voz que busca el cielo,

escalpelo del ojo que te extraña

¿Dónde estás de veras,

dónde tu voz de mar regocijado?

El suave despertar de tu sonrisa,

en los valles del sueño reverdece,

ajeno al tesón de mi filial oído.

En otra dimensión vive tu esencia,

ésa que en la ternura se enredaba,

cual caracola al eco de su entraña.

Tu esencia bendecida en lo sencillo,

bajo soles de ocaso ahora estremecida.

¡Siga la luz la sombra de tu sombra!

El vaivén de tu rumbo no se apague

en medio de la nada ni por nada.

¡A por la luz se ha dicho! Es la victoria

del sol en tu abandono matutino,

en la fugaz partida de tu abrazo.

Brindis de las sombras con el día

es al fin el soñado reencuentro:

el beso prometido del Padre a su creatura.

Necesito la fe como una espada

que me ofrezca esperanza en la tiniebla.

¡Que me trabe la fe con su aguja de auroras

a lo eterno y me sostenga el alma

los sentidos, los pies…en esta hora

abierta a los abismos y a la duda,

como nunca jamás hubo otra hora!

 

 

 

 

UN VENDAVAL DE ENSUEÑO

 

Hay, acaso, en la nada, un vendaval de ensueño,

un húmedo retorno del murmullo de Dios,

perdido evento,

mohosa condición de la conciencia.

Pasos de Dios,

bajando al terraplén del hombre

que ha creado, figura enmudecida ahora,

macilenta sustancia imperturbable.

Párpados de Dios,

abriéndose a la nada imposible de los sabios,

al vértigo profundo que trepana el liquen;

verde telaraña subterránea,

atmósfera de ausencias

Espíritu de Dios,

soplando en el origen

de la tierra mortal que el hombre precipita

más allá del génesis biológico.

Manos de Dios,

en mágico susurro hacia lo nuevo,

desconocida y total capacidad de ser,

promesa voladora, pájaro de rencuentros.

Besos de Dios,

ardiendo en míseros espacios

donde el brillo de Amor fuera inefable

y el miedo de los hombres sólo un cuento.

 

 

 

CONSIGNA

 

Hay una consigna 

flotando en cada espacio  

que diluye mis pasos sin morada,

sin coraza de acero, sin censuras.

 

Una consigna brilla sin pudor

y busca mi mirada, 

como el amante 

busca las rodillas de la amada

para abrirlas al sol de cada abrazo. 

 

No puedo evitar 

su trama luminosa,

su caleidoscópica batalla

con las cosas que miro

y a veces califico

sin convicción alguna. Por rutina.

 

Consigna de sonidos increados,

estructura de ignotos arquetipos,

ambición de la voz y del sentido.

 

Inminente victoria sobre el ocio,

de quien nada reclama de la vida.

 

 

 

 

BESO

 

Del beso aquel que un día soñara,

ardiendo en mis entrañas como un lobo

de incendiadas fauces coronadas,

temblorosa, recuerdo sus latidos,

la inconsciente colmena de su ardor,

el vértigo voraz de su desvelo.

Aún recuerdo su huella, desatada

por el cáliz mordido de mi boca,

boca de amor de la memoria

que en el beso se funde con el alma.

Boca de amores, desgastada

de entregar su candor, en cada beso.

Neonato florecer del sentimiento,

ave fénix que anhela ser imperio.

 

 

 

 

CUANDO UNA MUJER CANTA

 

Cuando una mujer canta

brilla el aire en torno a su esperanza,

crecen los girasoles a su paso,

con doradas esencias de flor nueva.

Esa mujer es nube y precipicio,

lluvia de amaneceres encendidos,

abismo   de entelequias y penumbras.

Esa mujer se agranda en la distancia,

resucita del miedo y de la inercia

que las noches sin luna,

como lazo o guadaña le tendieran.

Esa mujer se alza con el sol por testigo

de su trono de fuerza,

a pesar de que el viento

azote sin piedad ciertos dominios

que, a veces son del mundo,

a veces, de ella,

compartida sustancia del sentir

que evapora los límites de la memoria

y los abraza en maternal suspiro

y surge libre

cual gaviota, de albores impregnada.

Cuando una mujer canta

el cielo acoge su voz, pues es su alma,

y la cubre de amores y la salva.

 

 

 

 

DESDE LA ORILLA CIEGA DE MIS PASOS

 

Vienen las cosas nuevas, como soles

creados para mi esperanza;

viene la luz del verbo iluminando

el centro de mi sed sin nombre.

 

Para decirme siempre lo que nunca fue oído,

desde la orilla ciega de mis pasos.

 

Viene la hechura ardiente de los mundos creados

en la mágica matriz de la poesía.

 

Renueva mi cansancio

su sabia engendradora, derramada

en inhóspitos parajes de sombra e impotencia.

 

Nazco de nuevo, ahora, con el mundo en mis manos.

Alzo un globo posible de infinitos colores.

 

Vuelve la risa abierta, como un fruto de fe

para mi canto

y empiezo a ver lo oculto del primer balbuceo.

 

Sorpresa ilimitada de mi voz,

inaugurando el viento.

 

 

 

 

DESIERTO

 

Me estremece el silencio de la sangre,

pozo insondable de sórdida ceguera,

que persigue mi aliento como un perro

insaciable tras mis pasos,

tras el júbilo innato de mis ojos,

que en todo ven milagro.

Si todo es señal, esto es desierto,

explanada del hambre del rocío

que desata tormentas sin la lluvia,

sin la acariciante bendición del cielo

que en hileras de agua se deshace.

Todo es trueno y clamor y más estruendo

y el corazón se estrella en el relámpago

del odio que disfraza su amor por egoísmo,

por pura vocación de ser maldito,

aunque yo me rebele y no lo quiera.

Acaso brillen un día las amapolas

en los quemados campos de mi sangre

y resplandezca por siempre el agua virgen

que hoy se niegan entre sí los que se aman.

Ojalá nunca el rayo nos condene de nuevo

a la sequía y al miedo

de olvidar que somos cauce compartido

en la ilusión de ser siempre agua viva.

 

 

 

 

DISFRAZ

 

A veces el amor se nos disfraza

con ropajes de todos los diseños.

Hay ropajes guerreros, persuasivos,

de bufón, de monstruo, de bovino,

de sombra, de reptil, de mazapán,

de sabio sin sombra y sin asombro,

de escéptico Sabina o de rabino…

En todo caso, es solo un juego

que tan solo disfrazó un deseo,

de esos que explotan en el aire pronto

y se encorvan en una interrogante.

En honor a la experiencia y al hastío,

debo decirte, y así te lo aconsejo,

si por elegir disfraz te inclinas

-siempre el disfraz oculta la verdad-

que busques bien debajo de la ropa

si quieres encontrar alguna pista

de las fuentes de usar amor en vano.

 

 

 

 

BATALLA

 

Libraba una batalla su mirada,

un vendaval de historias peregrinas

pugnaban por arder en su memoria.

Acerqué mis labios a su oído

y en un girar, apenas, nuestros rostros,

irrumpió en escenario otra contienda.

Sublime melodía de besos

en el aire estallaba, sin mesura.

Doblegar el metal podría

tanta ternura en besos arrobada.

 

 

 

 

ERA TENUE EL AMOR

 

Era tenue el amor,

como un regalo apenas

irisando la mejilla,

una gota de cielo soleado.

Era tierno y suave

como un fruto en sazón,

dulce y amable,

familiar el trayecto y el destino.

Era grande el amor,

aunque no, clamoroso como un himno,

tan solo se respira

en una casa abierta

donde conviven ecos y promesas

y dos perros que adoran los amantes

y son como unos hijos

que convocan la magia sin palabras.

Los hijos de la voz van aprendiendo.

 

 

ESPERANZA

 

Le habita un nombre antiguo de mujer,

nombre que heredó de la miseria

y engendró un grito oscuro sangre adentro.

Hermano del león y la jirafa

su nombre viaja oculto hacia la vida,

raíz de desenlaces ignorados.

No sabe, no conoce...nada sabe.

Ni siquiera el país que abandonó,

dejando allí a su pueblo, a su familia.

No puede pronunciar la desventura

que le empujó a enfrentarse con la muerte.

No tendrá los papeles, pero existe.

No todo es tan feliz como supuso,

más la vida genera nuevos brotes,

nuevas tonalidades y es bastante.

 

Llegado al "paraíso" es el silencio

el mástil al que aferra su destino,

el talismán que guarda su temor:

ser de nuevo devuelto a la barbarie,

perder por siempre el nombre que le habita

aunque no se recoja legalmente.

 

 


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