Nombre: Annabel Villar Suárez
Lugar de nacimiento: Montevideo, Uruguay
Miembro desde: 15/03/2003
Poemas incluidos en esta página:
- Nueve por trece.
- Boceto.
- El vértigo de las olas.
- Sin-cuenta.
- Norte y Sur.
- Erase una vez.
- Alba.
- Racconto.
- Sinalefa.
- Ojos de gato.
- Pretérito imperfecto.
- Tránsito.
- Ida y vuelta.
- La casa de los aromas.
- Para ellas no son los terciopelos.
- Aguacero.
NUEVE POR TRECE
... a Mauricio Rosencof y al bataraz
Repentinamente las sombras ganaron la partida
y en un mano a mano entre el miedo y el terror
ganó el espanto.
Una tela empapada en gasolina te cubría la cabeza
y se pegaba a tu boca que olía a oscuridad y asfixia.
Respirabas de costado como los peces fuera del agua
boqueando desesperado por un poco más de aire.
Las manos atadas a la espalda con alambre,
un nudo, otro nudo, un pentagrama de nudos
se hundían en tu carne que olía a pánico y recelo.
Tirado en el piso de un camión
que traqueteaba por caminos vecinales
ni siquiera te atrevías a pensar en el futuro,
tu mayor preocupación era tan sólo
el agobio de la siguiente inspiración,
si llegaría aire a tus pulmones,
si la tela dejaría de pegarse a tu boca,
si la nafta dejaría algún día de profanar tu nariz.
Ese día no lo sabías
pero lo peor aún estaba por venir,
trece soles de diciembre derritiendo tu cerebro,
trece hielos de agosto astillando tus huesos,
ciento y pico de meses de agujeros malolientes,
cuatro mil días
gambeteando a la locura por la línea de cal,
eludiendo al contrario a fuerza de picardía
y de garra charrúa,
derrotando por goleada
a la máquina de picar carne.
Mientras tanto afuera,
en los calabozos de afuera,
nos cortaban el pelo y las ideas,
nos alargaban las minifaldas y las desilusiones,
al mismo tiempo que el miedo,
el miedo … nos pisaba los talones.
BOCETO
Me pregunto que haré con tu ausencia,
ahora que ya no te descubro
en la marisma de los días viejos.
Ahora que te has marchado
a tu archipiélago distante,
desnudo de besos y de versos.
Ni siquiera tú podrías decírmelo
o al menos inventarte una respuesta,
en el lapso frágil del segundo
en el que agoniza el tiempo.
Ya no me sirvo del reloj de arena,
ni recuerdo la fórmula para calcular
el preciso instante en que llegó el olvido
y nos trajo la metáfora continua
del cotidiano desencuentro.
Me pregunto que harás con mi ausencia
cuando el dolor de la serenidad
enfríe las ascuas de la incertidumbre
con la puñalada certera de su hielo.
Y cuando por fin tengamos las agallas
para dibujar un breve boceto
del enigmático itinerario hacia el adiós,
entonces sabremos que el momento ha llegado.
EL VÉRTIGO DE LAS HORAS
Ya no será ayer nunca más,
ni volverá nunca ese pasado día futuro
en el que era posible
la metamorfosis de la esperanza,
entre olor a castañas y coplas tendidas al sol.
Nunca más aquel inescrutable día pendiente
con todas sus páginas en blanco
augurando futuros predichos,
porvenires con todo por hacer
y tiempos venideros en lento devenir.
Ya no será nunca más lo que pudo ser
porque ahora los equinoccios abdican
en la prisa acuciante
de los días iguales a las noches.
Nunca más la juventud
y su ciclamen angustia femenina,
porque el tiempo se ha encargado de vaciar
los estantes esdrújulos de la melancolía.
Ya no será nunca más el solsticio de verano
con su interminable día
pendulando entre el alba y el crepúsculo,
con lentitud y sosiego apresurados,
con morosidad y urgencia,
como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Ahora todo es presente,
el vacío abduce el vértigo de las horas,
el abismo del aquí y ahora
se abre espeluznante y sin cerrojos
a la descalza dictadura del hoy
que le ha cerrado los párpados a lo verosímil.
Ahora es la hora de la paz de las arrugas,
del adentro y de las páginas en sombras,
la época de las copas de vino
rompiendo su rojo frente al fuego.
Es que por fin ha llegado la esquela
con la prevista hora imprevisible,
con la dadivosa limosna del presente griego.
Y ahora lo urgente es para siempre
porque el tiempo ya no espera por nadie.
SIN-CUENTA
Sin darme cuenta
sin sacar cuentas
procuro no dejar
cuentas pendientes
desbarato el tiempo
contando las horas
los días
los meses
los años
tantos y tan pocos
un pequeño prisma
desmenuza sus luces
reclama su tiempo
pasado
presente
recompongo mi tiempo
huyendo de los versos
pasan de largo
y mis historias mínimas
claudico
sin darme cuenta
claudico
sin sacar cuentas
claudico
en suma
sin-cuentas pendientes
desbarato y recompongo
el tiempo
mi tiempo
al unísono con las horas
y al unísono con los años
que se acercan y se alejan
recurro al pergamino
y me adentro en las preguntas
en el tiempo que transcurre
que queda para siempre
y aún queda por-venir
sin reproches ni resabios
en suma
sin-cuenta
NORTE Y SUR
Llueve...
y los días se hacen más y más cortos
en este invierno en el que todo está patas arriba,
y que parece más bien un túnel hacia el otoño.
El viento de levante se ha llevado consigo
la humedad de las paredes descascaradas,
pero ha dejado sobre la mesa
el desasosiego de no pertenecer
a este tiempo y este espacio
que habitan entre la nada
y la mitad del camino.
Llueve...
justo en el centro de esta media estación
en la que escampará cuando el verano siga al otoño
y las agujas del reloj mediten su tic-tac
entre dos hemisferios,
hacia atrás, cinco, tres y cuatro,
y su tac-tic otra vez hacia adelante,
cuatro, tres y cinco.
Cuando por fin la lluvia amaine velas
y mi alma pretensiones,
pondré en mis manos un puñado de aire
y los seis sentidos en desdormirme.
Y justo en el momento
en que el tiempo inexorable
funda nuevamente el norte con el sur,
encontraré sin esfuerzo
el camino de regreso
al mar del verano
y al baldío anegado del invierno.
ÉRASE UNA VEZ
... a mi padre, in memoriam
Saliste de un érase una vez,
sosegado,
con tu libro de viajes en la mano
y tu callada compañía,
apaciguadora y leve.
Desde la oquedad del sueño
saliste con tus febreros de vendimia,
con tus tinas de risas y de uvas,
con tus niños de impertinentes
pies desnudos tintos de morado.
Desde tu térreo lugar
saliste con el sol en la cara,
con un día sin renuncias,
ni rutinas,
ni fracasos cotidianos.
Pero como entonces y ahora,
sin nada que no te perteneciera,
con las manos limpias
y tu aire de hombre solo.
ALBA
...a mi madre, la de piel blanca.
Siete de marzo
vísperas del amanecer
niña alba / niña lucero
cinco años de blanca espuma
frágil crisálida
que no hará capullo
que quizás ya no sea mujer
porque su madre
renunció a ser madre
firme y maciza
densa y fuerte
mujer alba / mi madre manatí
matriz y cauce
sólidos y solidarios
madre coraje
que se adhiere a mis causas
firme y maciza
densa y fuerte
RACCONTO
Súbitamente los días se hicieron más largos
y el estío irrumpió impetuoso,
con sus cielos azules y negros
y el olor de las parras, las retamas y el salitre.
con el olor a jazmines de su parsimonia antigua
y la solemnidad divertida de su cara recién lavada.
Sólo la habitan mi madre y los fantasmas amistosos.
Es domingo, día de remembranzas,
y recorro la historia por cajones y armarios.
Reconstruyo mi vida viajando por las fotos
y sé que fui feliz, que las malas horas
barrieron de mi mente a las dichosas,
pero a pesar de todo ahí están,
esperando agazapadas
mientras aprendo a reconocerlas.
Y por eso decido rescatarme,
sacarme de las fotos a la luz
y a la vida de allí afuera.
SINALEFA
Viajando por tu cuerpo,
un poco antes del norte
recogimos la tarde en una aureola fugitiva.
Con los cuerpos trabados y sujetos,
confundidos y mezclados,
muriendo a cada instante
en los postigos de tus ojos.
Y después…
desmorirse lentamente en el añil aguacero
o sobre la escarcha del camino de regreso.
Tuyo y mío,
este enlace de las almas.
Tuya y mía,
la travesía al sur.
Tuyo,
este salto al vacío.
Mía,
la melancólica mirada.
Tuyos,
los ojos que miran a la lluvia.
Mías,
las vocales, las sílabas, las haches.
Nuestra,
la sinalefa efímera de los cuerpos.
OJOS DE GATO
El verde se adueña de tus pupilas castañas
si el deseo se apodera de tu cuerpo quieto.
Te entregas, te ofrendas a ti mismo en el altar
tan premiosamente enarbolado en nuestra cama.
Laxo y lento te abandonas, me dejas hacer
mientras gimes, entrecierras los ojos tramposos
y un aura de hierba ilumina tu cuerpo por dentro.
Y al transformarse en destello la luz marfileña,
a la hora incierta de las corduras minúsculas
como de las mayúsculas locuras felinas,
te repliegas lánguido hacia sensuales fulgores.
Calla, no hables, para no despertar al silencio.
Recorta las horas y suéltate la melena,
y estalla libremente con morosa premura.
PRETÉRITO IMPERFECTO
“El dolor verdadero
es el que no hace ruido…”
Claudio Rodríguez
A un ayer de pretérito imperfecto se fueron las palabras,
las que hablan de las cosas que más duelen,
de abandonos y nostalgias que nunca cicatrizan.
Pero al fin todo se acalla y se aplacan los ardores,
se entibian los recelos cuando ya no hacen falta,
se derriban los muros en un duelo simulado.
No supimos cerrar la caja de los vientos
y nos fuimos alejando.
Nos despedimos en la esquina
en la que el cielo se derrumba
y caminamos cada uno por su lado,
pisando las pretéritas baldosas
llenas de malentendidos y de soledades.
Supimos bienquerernos, pero antes.
Supimos malquerernos, pero ahora.
Supimos remediarlo, pero a veces,
cuando querernos aún no era insoportable.
¿Y hoy?
Hoy me he vestido de dolor de los pies a la cabeza.
Me he quitado el disfraz de los sueños
y el sombrero de las alegrías.
He dejado que me duela el dolor verdadero,
el que no hace ruido, el que viene justo desde el centro
Ahora así me dueles tú cuando te pienso,
una vez cada tanto,
cuando vuelves despojado de tu aura
y me dueles en tu forma más humana
Me entristece pensar en ti y sin embargo,
pienso en ti cuando estoy triste,
bendita paradoja.
Será porque me dueles sólo cuando quiero,
cuando te dejo,
cuando lo pienso.
TRÁNSITO
Respira, me digo, no dejes de respirar.
Atrapa el aire en tus pulmones,
deja que viaje por tu sangre.
Siente la vida, me digo, recorriendo tu cuerpo
como un magma humano que calienta huesos y alma.
Respira, me digo, no dejes de respirar.
Inspira y exhala, perpetúa el ciclo mágico de la vida,
perenne y caduco, definitivo y pasajero.
Respira, me digo, no dejes de respirar.
Cumple tu papel en la línea de la vida,
en el ritmo natural de las cosas.
Venir de la tierra y volver hacia ella,
desnuda y sola,
sin sayo ni sandalias,
sin mitra ni casulla,
sin lápida ni ciprés.
Respira, me digo,
y hasta el último suspiro no dejes de respirar.
Entonces, déjalo todo y levanta el vuelo.
Sin el pesado equipaje de los agobios y los miedos,
emigra hacia la luz,
hacia lo que espera y desespera,
hacia lo desconocido y reconocido,
hacia lo enigmático e inmutable.
Respira, me digo,
respira hasta el final con la rodilla en tierra
y el alma en vilo.
IDA Y VUELTA
“.... lo más negro que hay
es un carro fúnebre cuando llueve...”
Jaime Roos
Venimos de la angustia y del misterio
y transitamos la intemperie y la sorpresa,
solos y desnudos como Dios nos trajo al mundo.
Y en el ínterin, en un mítico paréntesis curvo
recorremos el camino de vuelta.
Nuevamente solos y desnudos retornamos a la tierra.
Para nuestros cuerpos no existe más
que una acotación al margen en el libro de la vida,
sólo una pequeña caja con huesos
sin lápida y sin memoria.
Y entre ambos puntos de la ruta
sólo glorias vanas,
sólo vanas glorias,
un papel mojado, una apariencia,
la ilusión de ser los dueños de alguna pequeña parcela,
de algún trozo del pastel.
Pero no poseemos nada, ni siquiera nos poseemos,
y dueños de nada asistimos inermes y desnudos
al verdadero tránsito, el de la esencia que trasciende
a pesar de nosotros mismos
La patria es el sabor de las cosas
que comimos en la infancia.”
Proverbio chino
Tal vez, si abriera mis sentidos al pasado
y acatara instrucciones del pasado,
volvería entre glicinas y malvones
al lugar de ser feliz,
a la infancia de pan y de membrillo.
Tal vez podría olfatear de nuevo
los aromas acariciadores como manos,
oír a la cebolla crepitar en el aceite,
oler el vinagre y los fragantes febreros
impregnados por las parras de tu patio.
Tal vez perseguirte pegada a tus talones,
escuchando el crujir de la madera
bajo tus pasos firmes y fuertes,
sentir de nuevo el olor del almidón
y escuchar el fru-fru de tus caderas.
Y tal vez, si te dejara,
al cabo del día entibiarías las sábanas
para que volviera a recostarme en tu pecho,
a hundir mi nariz en tu talco “Alma de flores”,
y en tu fragancia de nomeolvides,
albahaca y hierbabuena.
... a mi abuela, “la que vence”.
PARA ELLAS NO SON LOS TERCIOPELOS
8 de marzo de 2006
Para ellas no son los terciopelos
ni los encajes ni las muselinas
sólo telas rústicas
sólo voces ásperas
sólo gestos duros
para ellas no son los libros
ni los pupitres ni las academias
sólo fregar
lavar
picar
cavar
sembrar y recolectar
soñar no está permitido
pero siempre hay algo peor
marginadas tras los velos
predicando en desiertos pedregosos
en su tercer mundo de campamentos
sin oasis
ni futuro
ni presente
viendo pasar la vida ante sus ojos
entrecerrados por el sol y la tristeza
pero siempre hay algo peor
marginadas bajo las túnicas
criando niños sin agua y con abrojos
en su patriarcal tercer mundo
de seca ignorancia selvática
viendo pasar la vida ante sus ojos
nublados por el sida y por la pena
pero siempre hay algo peor
marginadas tras los cristales
de los guetos de barrios rojos
en su cuarto mundo desigual e injusto
de nariz pegada a la ventana
viendo pasar la vida ante sus ojos
sin vivirla
de soslayo
de prestado
pero siempre hay algo peor
entre el nacer y el morir
sólo ilusorios puntos suspensivos
AGUACERO
Mensajeras,
las gaviotas en la costa
presagian la tormenta
como un oráculo alado.
Negras,
las nubes de plomo
se aplastan sobre el mar
y lo preñan y avasallan.
Salados,
los graznidos agoreros
taladran las olas
con espumados bramidos.
Iracundas,
las gotas de lluvia
arremeten repiqueteando
sobre la arena desguarnecida.
Sonoras,
las gaviotas embusteras
embaucan a las nereidas
con enfurecidas danzas.
Y ruborizadas,
las ninfas fugitivas
se hunden para siempre
en las aguas más profundas.
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